DIOSES DEL OLIMPO:
¿Es que acaso quieres alcanzarme?
Hombre de poca fe, que alzas tu vuelo como el Cóndor,
llevándote en tus garras a ingenuas soledades, hasta destrozarlas…....
Y sin embargo, estas aquí…dentro de mí… por lo que eres……
La intensidad de mi sentir…. te mueve hacia mí,
y tus ganas de Dios poseído, recorrer el camino que te hace seducirme así.
Soy yo… la que te conduce por los dulces misterios de la pasión,
por el erotismo mismo, del placer sin razón.
Soy la fuerza que te ata y te desata a lo lúdico erótico,
la que solo con sus letras hace vibrar tu virilidad exótica.
La que calma tu sed, en las aguas de su manantial,
la que va y viene insaciablemente en busca de tu verdad.
Abramos pues, las puertas de lo más alto de lo alto, el propio Olimpo,
donde los anhelos de nuestros sentires, por vivir se dejan oír,
escribiendo sobre pliegues ansiosos, compendios con nuestras lenguas,
sobre aquellas zonas eróticas, ocultas junto con las esencias.
Somos Dioses impúdicos, deleitándose con el mundo del erotismo,
capaces de disfrutar, lo que en la tierra, no se atreven a soñar sin idealismo.
Viviendo con intensidad lo que estimula y atrapa nuestra existencialidad,
sintiendo lo celestial y demonial con la fuerza que produce toda esencia vivencial.
¿Es que acaso quieres alcanzarme?
Hombre de poca fe, que alzas tu vuelo como el Cóndor,
llevándote en tus garras a ingenuas soledades, hasta destrozarlas…....
Y sin embargo, estas aquí…dentro de mí… por lo que eres……
La intensidad de mi sentir…. te mueve hacia mí,
y tus ganas de Dios poseído, recorrer el camino que te hace seducirme así.
Soy yo… la que te conduce por los dulces misterios de la pasión,
por el erotismo mismo, del placer sin razón.
Soy la fuerza que te ata y te desata a lo lúdico erótico,
la que solo con sus letras hace vibrar tu virilidad exótica.
La que calma tu sed, en las aguas de su manantial,
la que va y viene insaciablemente en busca de tu verdad.
Abramos pues, las puertas de lo más alto de lo alto, el propio Olimpo,
donde los anhelos de nuestros sentires, por vivir se dejan oír,
escribiendo sobre pliegues ansiosos, compendios con nuestras lenguas,
sobre aquellas zonas eróticas, ocultas junto con las esencias.
Somos Dioses impúdicos, deleitándose con el mundo del erotismo,
capaces de disfrutar, lo que en la tierra, no se atreven a soñar sin idealismo.
Viviendo con intensidad lo que estimula y atrapa nuestra existencialidad,
sintiendo lo celestial y demonial con la fuerza que produce toda esencia vivencial.
Tony Aguilar
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