8 ene 2014

Extasis de la noche, por Danna Mora

Éxtasis de la noche.

No es insomnio, es un profundo desasosiego y vesania que invade mi ser al llegar la noche, al caer un telón de oscuridad en el cielo y un montón de desordenadas, algunas veces estructuradas estrellas en su interior, observar a través de mi ventana como sucesivamente va disminuyendo la luz eléctrica que se manipula en cada casa, cada apartamento, sentir como ese fragmento de tiempo logra crear en mi un estado de excitación. Muchas veces acompañado tal vez de un buen libro, un café o un té, una película, una buena canción o tan solo silencio y mi cama.
¡Vaya! Si que es una sensación espectacular, tanta tranquilidad, tanto silencio, esa ausencia de personas y sus tonterías, por fin, un momento a solas conmigo misma, instante para pensar, reflexionar...¿por qué no, filosofar? si, permitirle a mi mente que divague, entre recuerdos, inquietudes, letras, basura.
Deshacerse de la ropa, si que se siente bien caminar por ahí en tangas, abalanzarse sobre la cama esperando sentir como ese abrumador frío de la noche recorre mi cuerpo penetrando los poros de mi piel y me recuerda que vivo, mientras inhalo profundamente el aire que ofrece a mis cavidades nasales la sensación de congelarse, recreando con imágenes tras mis párpados cerrados, la forma en la que mis pulmones lo almacenan por unos instantes, en un intento desesperado, mi organismo permite que escape a través de mis labios, dejándolo a la deriva. Intento abrir mis ojos, pero mis pestañas son sumamente pesadas, la oscuridad empieza a tornarse verdosa y un poco gris, el silencio se agudiza y se convierte en el canto de aves y sonidos de la naturaleza, mis párpados ligeramente adheridos empiezan a subir con poca dificultad.
Mi mente empieza a jugar con mis emociones y mis sensaciones, euforia inigualable junto a estimulaciones que se producen en mis zonas con más terminaciones nerviosas, los latidos de mi corazón se hacen cada segundo más frecuentes, podría estar segura de que mis pupilas se dilatan; tras mis párpados se proyectan imágenes que indiscutiblemente reflejan mis más profundos e intensos placeres y deseos.
Un fuerte aroma a café me detiene por un momento a beber un poco de él, interrumpiendo tan espectacular momento, pongo mis auriculares en mis oídos y tal vez es una canción titulada ‘’Segundo movimiento; lo de fuera’’ lo que suena, vuelvo a dejar caer mi cuerpo sobre la cama, cierro los ojos mientras mis labios junto a mi voz siguen la letra de la canción; de repente siento un cosquilleo que sube por mis piernas hasta llegar a mi pelvis, desde ese punto, el cosquilleo se torna algo pesado y más intenso, el vértigo se apodera de mi. Y lentamente empieza una explosión de placer incontrolable seguido de un suspiro tan fuerte que despeja por completo mis pulmones.
Es él, el éxtasis de la noche con su abstracto poder de generarme placer.
No sé que hora es, pero el reducido espacio que se forma entre las persianas de mi habitación me permite observar más claridad y el comienzo de una nueva aparición del sol. La noche ha acabado y con ella se ha llevado una parte de mí.

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