Llega la noche, penetrante y serena; murmura a mi oído que el sol se ha ido. Cansados mis pies en la tinaja reposan, el calor del agua, el olor a flores. Ya es hora de dormir clama mi adolorido cuerpo después de una lucha incomprensible con mi amado. Y es cuando mi alma de soledad agónica, presagia la fría cama al lado de un fantasma al que llamo amado; mientras contemplo triste la luna llena en mi ventana, esperando que el ocaso abrigue mi triste alma.
J.M.
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