28 feb 2014

La novena.


Mis pies por fin tocan el suelo, algo que no es ni moqueta ni mármol, y la verdad es que se agradece. Poder notar como la tierra cruje bajo mis pies, como se esconden entre los brotes verdes, es algo fantástico. Pero no había pensado en que los zapatos se me ensuciarán. Da igual. Salgo corriendo, mientras agito los brazos y suelto pequeños gritos al aire,el mismo que me acaricia y se lleva mi pelo.
Me siento totalmente libre, no necesito nada. Estoy sola. Sí, pero soy yo, algún día en estas tierras u otras encontrare a mi príncipe, o lo que sea que vaya a plantarse frente a mi. Dentro de mi no hay nada más que paz y fuerza para continuar con lo que se me ponga por delante. Estoy eufórica.
- Eh, ¡tu! Estate quieta.- dice uno de los einherjars.
-Me da igual lo que me digas, seguiré haciendo lo que me venga en gana.- canturreo mientras empiezo a dar saltitos.
- Lyss, ven aquí, anda.- me dice Cohl.
- Prrrrr...- estoy cansada de no poder sentirme yo misma, y aquí lo hago al completo.
Voy hacia donde se encuentran y veo como una pequeña luz se acerca.
- Mirad.
Los guerreros cogen sus armas y las desenvainan. Las valkyrias, al igual que ellos, hacen que de sus bue aparezcan sus flechas y el arco. Están todos a la defensiva menos yo, se que no ocurrirá nada, no se como... Simplemente lo se. Aparto a todos, y paso frente a ellos. Ante nosotros aparece un chico, joven, de no más de dieciocho años. Lleva una larga, rizada  y rubia melena hasta los hombros, parece un ángel, delicado. Va vestido con unos tejanos oscuros, estrechos, que le atrapan las largas piernas, con una camiseta de manga corta y una camisa a cuadros, conjuntada perfectamente con los colores de la otra ropa. Vaya ropas... Suerte que ya nos habían advertido sobre ellas.
- No haré nada, estad tranquilos.- dice el muchacho en un tono neutro.- Vengo a daros la bienvenida, sois los elegidos de los dioses para ayudarnos en nuestra lucha aquí, ¿no?
Amish se acerca a él aún con las flechas y el arco en las manos. Esta seria, como siempre, tiene una postura desafiante. Tiene la espalda completamente  recta y saca pecho, el poco que Freyja le ha dado.
- Sí, ¿Qué te crees que bajamos por gusto?
- Deja al crio tranquilo, que solo ha venido a buscarnos, además, sí, yo lo hago por gusto.- le digo guiñándole el ojo al rubio.
- Gracias, mi nombre es Stephen Holl.

Esta es la novena entrada sobre Lyss y sus hermanas.

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