9 feb 2014

Yggdrasil, símbolo fundamental

<<El fresno Yggdrasil aparece, en la mitología nórdica, no sólo como eje hipercósmico que enlaza los tres reinos superior, medio y subterráneo, sino como dramática expresión de una <<realidad>> en proceso de constante crecimiento y destrucción. Constituye un símbolo turbador que ha merecido ser designado como <<árbol del terror>>. Es el más sagrado de todos los árboles, pero es bien sabido que todo lo sagrado presenta una dimensión sobrecogedora, que se confunde con una secreta fascinación.
Tres grandes raíces sostienen el gran tronco y bajo cada una de ellas, brota un maravilloso manantial. Una de las raíces llega hasta Nifelheim, el caliginoso mundos e los espectros y alcanza Hwergelmir, el burbujeante caldero de la materia primordial. Otra raíz se dirige a Iötunheim o Jötunheim, la región de levante, y su manantial irriga la zona donde se halla Mimir, señor de la sabiduría. Éstebebía el saber de un cuerno sapiencial que ocultaba celosamente y, en el cual algunos, han querido reconocer el ojo perdido de Odín... No estará de más indicar que Mimir perdió la cabeza que luego Odín embalsamó y convirtió en su oráculo. La tercer raíz alcanza la región de Urdaborn, la maravillosa fuente del destino, que se halla en la región del Midgard, cuyo origen nadie conoce y a la que diariamente acuden los dioses ases para reunirse en consejo. Allí tienen las Nornas su residencia. Son las encargadas de recargar las raíces diariamente con agua vivificadora de aquella fuente, para mantener y proteger el árbol de la implacable corrupción amenazadora. El agua de Urdarborn es pureza actuante y todo cuanto se baña en ella adquiere una resplandeciente blancura. Del tal lugar, surge una niebla refrescante que llega a producir la miel de la inmortalidad.
La cabra Heidrum, cuya leche se convierte en hidromiel- la bebida que reconforta a los dioses y otorga a los caídos en el campo de batalla-, está ramoneando constantemente las hojas del árbol Yggdarsil. En su constante manducar, puede verse una amenaza; pero ello resulta indispensable para que pueda elaborar el elixir de la juventud que procede de sus ubres. Tras lo que parece óptimo, siempre puede descubrirse una fuerza desintegradora. Lo bueno  y lo malo se confunden y complementan formando el gran enigma de toda existencia.
En lo alto de la copa del Yggdrasil, el águila solar, toda ella resplandor, conoce todos los secretos imaginables, en tanto que, a su alrededor, aletea el gavilán Wederfölnix, el hacedor de los tiempos.
En lo bajo, en las profundidades de Nifhel, habita una negra serpiente del abismo inferior -Nidhöggr- el dragón de las mil envidias, siempre rodeado de serpientes y gusanos, que corroen constantemente el fresno desde lo profundo...
La ardilla Ratatöskr, va arriba y abajo, y lo que oye en una región acude a decirlo a la otra provocando no pocas discordias. Por si todo lo dicho no fuera poco, cuatro ciervos ramonean incesantemente las hojas del árbol sagrado.
Para los nórdicos, el árbol Yggdrasil constituía una imagen viva del mundo: los animales devoradores correspondían a las fuerzas desintegradoras que laten en el interior de todo lo creado que, por otra parte, contiene un núcleo de fuerza activa, la cual tiende a un constante desarrollo. En el árbol sagrado, no sólo queda materializada la constante lucha entre la luz y las tinieblas, entre las fuerzas de lo alto y de lo bajo, sino la secreta unidad que liga estos aspectos de la acción cósmica como expresión de una misma y fundamental realidad.>>
Mitos y leyendas nórdicos, por J.García Font.

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